El reloj indicaba las tres y media: la entrada era inclinada hacia abajo; con las escaleras resbaladizas y unas barras a los lados para que la bajada sea más segura, las paredes estaban húmedas y un poco pringosas, uesto que estaba a la altura del mar y se filtraba el agua por las rocas; la entrada no tenía puerta, era arqueada y oscura. El techo estaba lleno de muchas estalagmitas; que tardaban treinta años en crecer un centímetro, había también una especie de lago o agua estancada, era tan cristalina que dejaba apreciar el fondo, de color verde azulado.
Allí estaban Esperanz
a, Laura y Claudia disfrutando de una semana de vacaciones en un sitio tranquilo e interesante; escuchando el asombro de los demás turistas que visitaban aquel lugar. Al terminar aquella caminata, había unos bancos de madera, inclinados hacia abajo, visualizando el mayor espectáculo nunca visto; de fondo una música clásica y en el ambiente se disfrutaba un olor a Mar. La única luz que se veía era tenue y estaban colocadas en los huecos de algunas Rocas. En el lago aparecieron dos barcas con luz en los bordes, las cuáles dieron un paseo de derecha a izquierda y finalmente gracias a una luz y a la colaboración de muchas personas vieron amanecer dentro de una cueva.
Allí estaban Esperanz

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